La edad es lo de menos
Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle
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Padre Hugo Tagle
Se ha acuñado un nuevo concepto para describir a una parte de las nuevas generaciones: los perennials. Viene del término “perenne”, vale decir, aquellos que se mantienen siempre vigentes, gracias a una constante renovación y adaptación. Se trata, como leo en una crónica aparecida en un diario, de “aquellos que no corresponden a los reconocidos millennials, pero que de todas formas siempre se encuentran en búsqueda de nuevos desafíos, que son conscientes de lo que ocurre en el mundo, que se mantienen al día con los avances tecnológicos y que son capaces de tener amigos o colegas de trabajo de todas las edades.
Quizás su mayor característica es que no importa la edad, ya que aplica a cualquier generación que cumpla sus características”. Son esos senior “up to date”, siempre al día, curiosos ante las novedades, abiertos a los cambios, buscando adaptarse a las nuevas situaciones y no que éstas se adapten a ellos. No se trata de tener el último celular o aplicación. Apunta a esa curiosidad que algunas desarrollan y mantienen viva. Tiene mucho que ver con una cierta “apertura de mente”, ponerse en el lugar del otro, saber aportar desde la experiencia. Son aquellos que tienen y desarrollan un fuerte apetito para experimentar nuevas cosas, principalmente con los sus hijos.
Producto de la rapidez de los cambios, el concepto de ambición y desarrollo personal se encuentra más presente hoy que antes. Vivimos más. La edad cronológica empieza a ser algo secundario. Se puede emprender una nueva aventura profesional, o laboral, en la vejez. El alma no envejece. Y es sabido que mantenerse activo y curioso repercute en la salud general. Hay más adultos mayores que se involucran más, apasionados, compasivos, creativos, colaborativos, de mentalidad global e inclusiva. La edad poco a poco va siendo lo de menos.
Se dice que la experiencia constituye grado. En efecto, si se emplea bien, sin imponer, es un gran servicio. Los mayores pueden ser la voz de muchas injusticias y abusos a nivel laboral, así como actuar de mediadores para templar los ánimos. Es lo que se espera de ellos. Una cierta templanza, mirada reposada ante la vida, buscando ser centro conciliador y sereno. Pasada una cierta edad, se debe recurrir a la experiencia acumulada en años, tanto de los logros como de los fracasos. “Más sabe el diablo por viejo, que por diablo”.
Debemos valorar más la experiencia. Somos un país medio adolescente, siempre reinventando la rueda, borrando de un plumazo lo emprendido por generaciones anteriores. Súmese a los perennials.